martes, 25 de junio de 2024

2 años, noviazgo

Hace 2 años pedí ser tu novio.


Teníamos un encuentro planeado, uno en donde sabríamos que habría mucho sudor, ganas, gritos. Pocas palabras, tal vez; pero, al contrario, terminamos hablando mucho, lo que nos llevó a sentir mucho más.


Antes de pasar a cualquier cosa, quería hacer las cosas de manera correcta, y más que correcta lo que sentía y quería en ese momento: pedirte que fuésemos algo, y no dejar ese día, ese fin de semaan en algo como que solamente pasó y ya, y vernos de a ratos. No lo quería porque nunca te ví con esa intencionalidad, sino con la de tener algo bonito, serio, digno, con futuro contigo. Lo vales, y siempre lo he sabido.


Pedí ser tu novio, no por 'tener un acceso' al sexo, porque eso ya lo sabíamos que teníamos el uno del otro. Eso era algo que teníamos pendiente desde hace unos años en que nuestras miradas se cruzaban y generaban chispas en cada uno, entre nosotros, cosas que se veían y se sentían. El pedírtelo iba más allá, y era precisamente porque eres una mujer que lo vale: vale la pena vivir a tu lado, arriesgarse por ti, aprender de ti, mostrarte el otro lado de la vida que uno ve, el sentir junto a ti, el crecer contigo y a tu lado. Vales la pena, o al menos así te recuerdo, vales la pena todo lo que uno pueda dar y lo que no también. 


Te lo pedí porque lo sentía, sentía que tenía que vivir cositas chéveres a tu lado, y también lo quería hacer. Verte sonreír, verte despertar a mi lado, sentirte encima mío teniendo orgasmos y sudando mientras sonríes. Todo eso, lo quería contigo y hasta más, por eso te lo pedí.


¿Me arrepiento? Obvio no, porque no fue solamente algo hacia ti, sino también para mí: conocí una versión de mí que nunca antes había salido, el ser más dulce (como lo decías: un algodón de azúcar que no parecía serlo) y aprendí cuánto podía dar por alguien, cómo ilusionarme con alguien de una manera que antes no había podido ni querido hacerlo.


Pedírtelo fue, algo que salió de mi corazón y mi mente al mismo tiempo, algo que no lo planeé, pero que si quería y en el momento en que lo hice solo pensaba en el futuro, en cómo llegaríamos a vivirlo, disfrutarlo y tener arrugas amándonos, hasta el fin de nuestros días.


Después vino la sorpresa, eso no esperado: nos supimos compenetrar en esa cosa que nadie espera que a la primera sea de manera mágica y es el sexo. Nunca me había sentido tan bien con alguien, tampoco que el rendimiento fuese tan bueno tanto de parte de la otra persona como la mía (y no por el tiempo, sino por la calidad). Nuestros cuerpos se fundieron de una manera, hicimos cosas que se sintieron excepcionales, pero sobre todo, con el frío alrededor, nuestros cuerpos calientes, las palabras, los gemidos, las miradas .... En realidad, era algo pendiente entre nosotros, sumados a lo vivido las últimas semanas y el amor naciente y reinante, hicieron que fuese único. 

Ese día no tuvimos sexo, hicimos el amor, desde que nos agarramos la mano en la terminal de transportes y luego íbamos en el taxi ... Hicimos el amor cuando fuimos a mercar, luego me acompañaste a comer algo y luego empezamos a besarnos. Y ni hablar cuando a la mañana siguiente, nos veíamos como dos adolescentes sin saber qué hacer o decir, y solo decidimos ducharnos, y lo hicimos juntos, nos reíamos, en complicidad: aún seguíamos haciendo el amor. Único.

Y no fue la única vez: siempre fue único entre nosotros, el tiempo no se sentía, todo se disfrutaba y siempre los buenos finales llegaban. O sea sentía, siento, y espero que sea así.


Hoy, dos años después, después de ese viernes, solo debo decir: te extraño, te amo aún, quiero ver esos ojitos a ver qué tal estás hoy en día.

Y a la vez no, aún no lo quiero hacer, porque no sé cómo reaccionaría o qué haría. 

Te extraño, por motivos ajenos a mí te extraño, te extraño mucho. O tal vez motivos no tan ajenos, sino por lo que siento, siento de mi parte esencial y por lo que siento hacia ti.


Dos años, y lo que te dije esa mañana siguiente, mientras nos alistábamos para ir a la biblioteca sigue intacto, y siempre lo va a ser así: Estaré ahí para cuando requieras, cuando necesites ayuda, o cuando no. Ahí estaré para ti, para escucharte, para darte consejo, para apoyarte, para observarte, darte un abrazo o lo que sea; incluso, besarte y hacerte el amor si lo requieres. Para recordarte la luz que hay en tus ojos, la brillantez en tu mente, tus sueños que me contaste. Hasta para generar celos en otras personas. Estoy ahí para ti, para cualquier cosa, con cualquier cosa. 


Gracias al universo por permitirme haberte conocido y dado la oportunidad de decirte, de pedirte que fueras mi novia. 

Eres única, y hermosa: bella durmiente. 


Felices 2 años.